

La Vía Para el Futuro de la Humanidad de Edgar Morin y me surge la
necesidad de compartir las sugerencias que me ha aportado su lectura así
como de recomendarla vívamente. Es preciso situar el libro en la
trayectoria del autor, en el momento en que está escrito, en su
estrategia. Es un libro oportuno y oportunista que sale del circuito
minoritario, de las estanterías de la tercera planta de la Casa del
Libro y entra en el del gran público, en las mesas de best-seller de su
planta baja. Mi ejemplar, adquirido el día que se distribuyó en España,
el quince de junio, tiene una portada con un diseño inaudito en la obra
de Morin, con la fotografía a contraluz, con el sol poniente, de una
carretera secundaria entre páramos, en la que se vislumbran unos
aerogeneradores eléctricos en el horizonte. En rojo se destaca una cita
de Stéphane Hessel, autor de ¡Indiganaos!, en la que nos dice: “Las
respuestas a los problemas de nuestra sociedad hay que buscarlas en otro
libro:
La Vía, de Edgar Morin”, al tiempo que nos informa de
que se han vendido más de 100.000 ejemplares en Francia. Es pués un
libro dirigido a todos, a esa sociedad que en todas partes está
despertando y está ávida de respuestas, de alternativas, al estado del
malestar al que nos lleva la economía, el pensamiento y la política
neoliberal.
Ante todo es un libro divulgativo, de madurez, de una extraordinaria
lucidez, escrito desde la privilegiada atalaya de los 90 años de su
autor, tras una vida dedicada a impulsar la reforma del pensamiento, a
urgirnos en la necesidad de pensar de forma compleja para comprender la
complejidad de los retos de la humanidad en su globalidad. Para los que
somos asiduos lectores de sus libros éste nos aporta una síntesis más
amplia y más dirigida a la acción transformadora, multidimensional, que
haga posible una metamorfosis de nuestra civilización. Metamorfosis, que
como ha venido escribiendo en diversos artículos en los últimos años,
abre una puerta de esperanza dónde la esperanza parecía haberse borrado
del horizonte. Una esperanza fundada en la idea de que lo improbable, un
salto cualitativo en la humanidad, es posible, como se ha podido
comprobar repetidamente en la historia, siempre de forma imprevista,
inimaginable con anterioridad. Pensemos en el derrumbe del viejo orden
de las monarquías absolutas en Europa que se estaba fraguando bajo los
cimientos de una aristocracia que creía vivir en un mundo estable, tan
genialmente expresada en el cuadro del Columpio de Fragonard, pintado en
1767. ¡Qué ajena y despreocupada ante el desmoronamiento del orden
social que se aproximaba se nos muestra la joven retratada! Frente al
mensaje de que estamos en el final de la historia este libro nos sitúa
en el umbral de una nueva humanidad posible, emergida de la reacción
creativa de los seres humanos a los graves riesgos e incertidumbres que
se nos presentan en el presente y en el horizonte inmediato. Estamos en
una encrucijada histórica de la que puede surgir una nueva humanidad,
protagonista del surgimiento de una nueva civilización, más sabia,
fundada sobre el arte y la poesía del buen vivir o un nuevo periodo de
barbarie generalizada y de consecuencias oscuramente dibujadas por el
cine y la literatura de las últimas décadas. Esa nueva humanidad, esas
semillas civilizatorias, están ya plantadas, florecen entre nosotros,
ocultas a la atención de los medios, invisibilizadas. Este libro les
pone el foco a algunas de ellas y se propone relacionarlas entre sí. El
mensaje principal del libro es la necesidad de interrelacionar las
diferentes dimensiones y vías en las que es preciso hacer las reformas
para que el tren civilizatorio que avanza a toda máquina hacia un
desastre que parece inevitable, cambie de vía.
Edgar Morin articula cuatro grandes vías o dimensiones en las que es
preciso hacer reformas que interaccionen y se relacionen entre sí:
políticas (Las políticas de humanidad), del pensamiento y la educación,
de sociedad y de vida. La reforma del pensamiento y de la educación, a
la que ha dedicado gran parte de su obra (los seis volúmenes de El
Método, los seis libros dedicados a sistematizar El pensamiento complejo
y la tetratología pedagógica compuesta con La Mente bien formada y
finalizada con Educar en la Era Planetaria), ambas mutuamente
interrelacionadas, son la base, el fundamento de la nueva civilización.
Sobre ellas descansa la profunda comprensión de los problemas globales a
los que nos enfrentamos. Sólo desde un pensamiento complejo podremos
diseñar estrategias complejas de acción transformadora. Morin se sitúa
en la tradición de los grandes pensadores clásicos que otorgan a la
educación un papel central en la transformación personal y social. La
reforma del pensamiento inspirará las políticas de humanidad, regenerará
el propio pensamiento político, dará protagonismo activo a la nueva
ciudadanía planetaria que reformará, profundizándola, la democracia para
hacer a todos los ciudadanos del planeta corresponsables del cambio de
rumbo civilizatorio, gestionando solidariamente los recursos de que
disponemos en un contexto de creciente escasez conforme nos acercamos a
los límites en su explotación: el agua, la energía, las materias primas.
Las políticas de la humanidad habrán de afrontar las causas del cambio
climático, reducir las intolerables desigualdades sociales y la pobreza
extrema, proteger la biodiversidad y las diferencias culturales. Las
reformas sociales deberán generar ciudades y hábitat humanizadores,
inclusivos, integrados en sus contextos paisajísticos y ambientales,
protectores de las fuentes de vida de las que se alimentan y que les dan
identidad (agricultura de proximidad, bosques, recursos hídricos,
paisajes fundantes,…). Esos hábitat humanizadores e integrados en
su medio estarán íntimamente ligados a reformas en las políticas
agrícolas, de alimentación, de consumo, de trabajo y de salud.
Precisamos nuevos hábitos alimentarios, más basados en el consumo de
cereales, verduras y hortalizas y menos en el consumo de carnes, con
alimentos más ricos en nutrientes producidos de forma ecológica por
comunidades rurales revitalizadas. Es preciso reducir la agricultura
industrializada que produce y distribuye globalmente y potenciar la
agricultura y la ganadería de proximidad, en explotaciones sostenibles.
Necesitamos recuperar la cultura del buen comer, de la buena mesa en
familia o entre amigos, y desterrar la comida rápida. Necesitamos
adquirir hábitos saludables, tener una visión preventiva y global de la
salud física y psísiquica. Todo ello se ve favorecido o perjudicado por
la forma de organizar el trabajo, las ciudades y nuestro hábitat en
general y viene a su vez determinado por demandas culturales y por
formas de vida. Necesitamos reformar nuestras formas de vida, dominadas
por el consumismo y el individualismo, por la prisa y la competitividad.
Precisamos transformarnos interiormente y transformar las relaciones
sociales. La reforma ética y la estética, la promoción de los valores
femeninos, de la empatía, la comprensión y el cuidado por los demás, la
integración intergeneracional, la aceptación de nuestros límites y del
límite de la vida, todo ello maltrecho por la civilización industrial y
por la mercantilización de la sociedad y sus relaciones, debe ser
conjugado en busca del buen vivir bajo otros parámetros menos materiales
y más espirituales. Una nueva civilización metamorfoseada se expresará,
se está empezando a expresar ya entre nosotros, reconstruyendo las
bases de la vida personal y social, creando ámbitos y tiempos para
repensarnos y repensar y reconstruir nuestras relaciones de comunidad,
de buena vecindad, de amistad, de pareja, de familia. La civilización
industrial nos ha inundado de cosas y nos ha cosificado. No necesitamos
ni nos podemos permitir construir tantas cosas desechables, no podemos
considerar a los propios seres humanos como cosas desechables si dejan
de ser útiles para producir o consumir. El Estado de Malestar oculto
tras la creación y posterior desmontaje del Estado de Bienestar nos pone
de manifiesto que los cambios a producir afectan a todas las esferas
que van desde los destinos personales a los de la humanidad en su
conjunto.
En sus conclusiones Morin formula cinco principios de esperanza, ya
apuntados en otras obras suyas anteriores, basados en la progresiva
confluencia y retroalimentación de las cuatro grandes vías de reforma
propuestas.
El primero es
El surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable. No
lo cita Morin en su libro pero acontecía mientras el proceso de su
edición entraba en su recta final: los grandes movimientos de liberación
que han surgido espontáneamente primero en el Norte de África y luego
en Europa, tomando las plazas, convirtiéndolas en ágoras, no eran
previsibles ni pensables. Han cogido desprevenidos a los dirigentes de
todas partes. El caso islandés, pese a los esfuerzos por silenciarlo por
parte de la prensa y los gobiernos, ha sido inspirador del 15 M español
que a su vez ha inspirado manifiestaciones similares en Grecia e Italia
y diversos lugares del mundo. Unos jóvenes a los que unos nonagenarios
trataban de interpelar para que reaccionaran, lo han hecho y se les han
unido sus padres y abuelos. Los indignados se han movilizado y han
empezado a autoorganizarse. Lo inesperado, lo improbable, ha sucedido,
está sucediendo.
El segundo principio son
Las virtudes generadoras/creadoras inherentes a la humanidad.
La sociedad tiene capacidad de regenerarse y esta capacidad siempre
empieza en grupos minoritarios, considerados inicialmente como
marginales. No se podría entender el 15M sin el trabajo previo de estos
grupos que han servido de semilla, chispa y levadura del movimiento.
Pensadores, escritores, pintores, músicos, cineastas, activistas de
derechos civiles, promotores de iniciativas contraculturales, de
economía social, de experiencias autogestionarias, participativas,
solidarias, de redes de comercio justo, de proyectos de cooperación al
desarrollo, de cooperativas de viviendas y de producción, de comunidades
de vida, iniciativas de slow food, de comercialización de productos de
agricultura ecológica, iniciativas educativas, editoriales, de
comunicación,… Son multitud en todas partes del mundo y empiezan a crear
sinergias, a relacionarse, a articularse en el movimiento
altermundialista.
El tercer principio pone de relieve
Las virtudes de la crisis. Junto
a las fuerzas regresivas que despiertan lo hacen también las fuerzas
creadoras/generadoras como las puestas de manifiesto en el apartado
anterior, como las vistas en España en las plazas del 15M y en sus
iniciativas en los barrios
.
El cuarto principio pone en valor
Las virtudes del peligro. “ Allí dónde crece la desesperación crece también la esperanza. La oportunidad suprema está en el riesgo supremo”.
El quinto principio es
La multimilenaria aspiración de la humanidad a la armonía, expresada
en las grandes tradiciones religiosas y en las utopías laicas
emancipadoras y que emerge en momentos de crisis como el actual
.
La idea de metamorfosis, las vías hacia esa metamorfosis, la
esperanza que sabe que no está fundada en certidumbres pero sí que se
hace posible “haciendo camino al andar”, se impulsará en la conciencia
creciente de que el reto al que nos enfrentamos es, por primera vez, el
de salvaguardar el futuro de la humanidad. Vivimos tiempos de
incertidumbre pero emocionantes. Estamos asistiendo a un gran parto.
Estamos recuperando la conciencia de que el futuro no está escrito,
predeterminado, sino abierto y en nuestras manos. Somos protagonistas de
la historia, no espectadores, no meros sufridores de sus consecuencias.